Desde nuestras diferentes
formas de pensamiento y espiritualidades, la naturaleza constituye nuestro
patrimonio natural, base de la diversidad de conocimientos, culturas, formas de
vida y de la soberanía de los pueblos. La naturaleza es para nosotros fuente de
alimento, de agua, de materiales de construcción, inspiración y por lo tanto no
podemos concebir un mundo basado en su mercantilización.
El modelo de vida, producción y consumo capitalista, está
basado en la maximización de las ganancias, mercantilizando la naturaleza y los
seres humanos bajo una la lógica de progreso y crecimiento ilimitado. Este
sistema ha generado hambre, violencia y miseria, masacrando y expulsando de sus
territorios a pueblos, indígenas, campesinos y campesinas al apropiarse de sus
tierras, bienes comunes, germoplasmas, conocimientos tradicionales y saberes,
causando entre otras cosas la desaparición de culturas ancestrales. Esta crisis
no tiene solución en el marco de los problemas estructurales generados por un
modelo civilizatorio que ha puesto en peligro la vida en el planeta, al separar
al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre
ésta que ha conducido a la destrucción de la misma.
Esta visión, que amenaza la
vida sobre la tierra, se mantiene y reproduce gracias a la adopción de un modo
único de producción de conocimiento, basado en la idea de control, sometimiento
y explotación de la naturaleza, que invisibiliza y pretende colonizar otros
saberes, racionalidades, culturas y modos de vida.
De la misma forma, este
modelo civilizatorio es mantenido por un sistema de producción y consumo de
bienes basado en la lógica del capital, que convierte todo en mercancía
intercambiable. El modelo de producción capitalista pretende sustituir las
leyes de la naturaleza por las reglas del mercado.
Este modelo, al separar a
los seres humanos de la naturaleza, nos aleja de nuestros medios de vida (agua,
tierra, alimentos, materiales de construcción, entre otros), sin dejarnos otra
opción que la venta de nuestra fuerza de trabajo, al servicio de la
reproducción del sistema, mercantilizando a los hombres, mujeres, niños y niñas;
y por otro lado, transforma a la tierra, sin gente, en mercancía, en propiedad
privada.
El capitalismo tiene efectos
planetarios que generan desbalances ecológicos a escala mundial. El cambio
climático global encabeza estos efectos, generado mayoritariamente por y para
el desarrollo de una minoría, pero es sufrido por todos los seres vivos que
habitan la tierra y más intensamente por los pueblos más pobres. El cambio
climático afecta la Diversidad Biológica, provocando cambios en la distribución
de especies, en sus patrones de migración, crecimiento y reproducción aumentando
las tasas de extinción.
La responsabilidad de esta
crisis es común, pero diferenciada, es decir, no todos tenemos las mismas
cuotas de responsabilidad. Siendo los países altamente industrializados los
principales causantes de la crisis ambiental global. Pero aún dentro de los
países hegemónicos las principales responsabilidades están en las élites de
poder, coloniales y burguesas, con recursos y poder económico, militar,
industrial y político.
Por otro lado, los
mecanismos de conservación mundial, lejos de ser parte de la solución, afianzan
el problema, al enmascarar la reproducción del sistema, pero con una fachada
verde. Así el “desarrollo sostenible” y la protección del ambiente, enarbolados
en la conferencia de Río en 1992 fue un intento por disfrazar el desarrollo que
hoy sabemos resulta globalmente inviable. Hoy Río+20 se convierte en un nuevo
intento por relanzar el agotado modelo capitalista, pretendiendo transformar la
gran crisis global en una oportunidad para nuevos escenarios de mercado. Las
propuestas de “economía verde” son el intento de hacer perdurar un sistema en
decadencia, profundizando la mercantilización y la globalización de la
naturaleza.
CONTEXTO
NACIONAL
Desde la República
Bolivariana de Venezuela estamos avanzando hacia la construcción de un socialismo
que combata todas las formas de dominación. Hemos dado grandes avances en la
lucha por la erradicación de la pobreza, entendida como el resultado de esa
histórica exclusión de las mayorías (pobres, mujeres y géneros diversos,
indígenas, negros, negras y campesinos, campesinas) como consecuencia inevitable
de paso arrollador del modelo civilizatorio dominante, hoy en crisis. En este
sentido reconocemos los esfuerzos emprendidos para saldar la deuda histórica
con los excluidos y excluidas, hoy protagonistas de este proceso de
transformación y construcción colectiva de una sociedad más justa y solidaria.
Este proceso de cambio,
basado en la participación protagónica ha sentado las bases para gestión
colectiva de la conservación de la vida, haciéndonos parte a todos los sujetos
y formas de pensamiento e impulsando el diálogo de saberes entre la gran
diversidad de actores, que nos lleva a garantizar la distribución justa y
equitativa de los beneficios derivados de esa interacción. Estos beneficios no pueden
ser entendidos como el reparto de los productos de la mercantilización y
expoliación de la naturaleza. Sino más bien, sobre la base de los derechos de
la Madre Tierra, garantizando una relación respetuosa y armónica con la
naturaleza, que debe ser construida sobre la base de la democratización
legítima de la toma de decisiones y participación protagónica,desde el
intercambio de saberes, racionalidades y formas de vida.
En materia de conservación
de la vida, la República Bolivariana de Venezuela arranca el decenio 2010-2020
con una Estrategia Nacional para la Conservación de la Diversidad Biológica y
su Plan de Acción Nacional, construidos colectivamente, adelantándonos cinco
años a las metas del Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas.
Estos instrumentos son nuestras propuestas en este decenio ante los enfoques y
esquemas clásicos que fueron responsables, en gran medida, del fracaso global
de la meta acordada en 2002: “lograr para el año 2010 una reducción
significativa del ritmo actual de pérdida de la biodiversidad, a nivel mundial,
regional y nacional, como contribución a la reducción de la pobreza y en
beneficio de todas las formas de vida en la tierra”.
Venezuela está preparada
para superar los objetivos planteados a nivel mundial en materia de disminución
de las tasas de pérdida de Diversidad Biológica, a través metas, mecanismos e
indicadores diseñados desde la realidad nacional, contribuyendo con aportes
importantes a la transformación estructural y garantizando la soberanía, el
“desarrollo humano” y la inclusión social.
Desde el punto de vista
grannacional, Venezuela ha promovido la integración regional desde el ALBA-TCP
y la CELAC, UNASUR, como mecanismos para la integración entre pueblos hermanos.
Reconocemos nuestro Proceso
Bolivariano, como una transición, con las contradicciones implícitas en todo
proceso de cambio. Así, identificamos la necesidad de derrumbar las estructuras
del estado burgués, para dar entrada a otra institucionalidad que nos lleve a
la conformación de un nuevo Estado, del que las Comunas, los Territorios
Indígenas y nuevas áreas de conservación incluyentes que partan de la gestión
colectiva de los territorios, sean ejemplo de
otras formas de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza, desde
el autoreconocimiento y el respeto de la madre tierra.
En fin, nuestro proceso de
cambio en Venezuela y Nuestramérica, basado en la justicia social, hermandad y
defensa de las soberanías de los pueblos está dando la batalla contra el sistema
mundo imperante. Esta lucha pasa necesariamente por la desmercantilización y en
contra la hegemonía del conocimiento, es decir, es anticapitalista y
anticolonialista. Es por ello que ante las propuestas de mercantilización de la
vida en Río + 20, declaramos nuestro
más profundo rechazo ala economía verde.
NUESTRA
POSICIÓN
- Consideramos
que la economía verde es inseparable de la visión de mercantilización de la
naturaleza y por lo tanto incompatible con la visión desde nuestros pueblos y
de nuestras luchas por la defensa de la diversidad de vida.
- Denunciamos
la pretensión de la economía verde como una respuesta a la crisis ambiental,
siendo en realidad la palanca para el reimpulso de los mecanismos de mercado a
través de la infame naturalización de la ley de la oferta y la demanda,
reafirmando la causa estructural de la gran crisis ambiental global.
- Nos
oponemos a la economía verde en cuanto a su significado y trasfondos, por lo
tanto no aceptamos el disfraz de este concepto con otros nombres como economía
ecológica o economía sustentable.
- No
creemos en el desarrollo sustentable. La propuesta de desarrollo sustentable no
alcanzó las expectativas generadas en el marco de la Cumbre de Río en 1992. El
supuesto equilibrio entre lo económico, lo social y lo ambiental no sirvió más
que de plataforma para la justificación de un desarrollo basado en la
explotación de la naturaleza y los seres humanos. Hoy sabemos que el desarrollo es globalmente inviable.
- Consideramos
que la visión de desarrollo sostenible globalizado atenta contra la propia idea
de sostenibilidad. Creemos que más allá del desarrollo sostenible es necesario
cuestionar la economía basada en el neoextractivismo y los combustibles fósiles
y sus patrones de consumo y producción industrial, además de repensar el
desarrollo desde el autoreconocimiento y la autodeterminación de nuestra
felicidad hacia una felicidad colectiva.
- Denunciamos
la pretensión de impulsar la economía verde en el contexto del desarrollo
sustentable como panacea de un nuevo paradigma de la economía del capital para
la “erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria, acceso universal a
los servicios modernos de energía”.
- Consideramos
que la economía verde profundiza las causas estructurales de la crisis
ambiental global y que por lo tanto mantiene los lastres sociales y culturales
de la economía capitalista, manteniendo las mismas condiciones de pobreza que
pone a los más pobres en la mayor vulnerabilidad a las situaciones de desastre.
Es responsabilidad de los estados garantizar el acceso a las viviendas para una
vida digna y segura como derecho fundamental y necesidad real de los seres
humanos, respetando la soberanía y diversidad cultural de los pueblos.
- Estamos
convencidos de que la verdadera solución para detener la gran crisis ambiental
es cambiar el sistema y no disfrazar este modelo de desarrollo depredador,
colonialista y patriarcal.
- Denunciamos
que la economía verde rompe con la integración de las economías regionales,
generando dependencias hacia los centros mundiales de alto desarrollo
tecnológico en la materia.
- Rechazamos
la propuesta de creación de una plataforma internacional que pretende facilitar
o impulsar a los países al diseño de políticas de economía verde y su
implementación.
- Reiteramos
que estimular la economía desde los grandes mercados, industrias
y corporaciones atenta contra las verdaderas economías sustentables y
sobre las soberanías de los pueblos.
- Rechazamos
el patrón corporativo de producción, distribución, despilfarro y consumo de
alimentos que se basa en el régimen del agronegocio (fábricas de animales,
monocultivos, transgénicos, nanotecnologías, agrotóxicos, agrocombustibles,
vida artificial, geopiratería, entre otros), el cual imposibilita la producción
sostenible de alimentos sanos y amenaza a la agricultura campesina, la
seguridad y la soberanía alimentaria. Este patrón se nos presenta como solución
tecnológica al hambre, sin discutir las verdaderas causas de la crisis y sus
implicaciones sobre el cambio global.
- Reafirmamos
el derecho a la autodeterminación, no intervención y el respeto a la paz y la
diversidad de vida de los pueblos. Desde la autodeterminación reconocemos el
derecho de los pueblos a decidir sus formas de alcanzar la suprema felicidad
social en armonía con la naturaleza y el buen vivir, sin imposición de fórmulas
de desarrollo ni paquetes tecnológicos.
- Reconocemos
la necesidad de unión de nuestros pueblos, a través de nuestros propios puentes
y mecanismos de integración que no se ven reflejados en las grandes obras de
ingeniería, al servicio de la unión de los monopolios trasnacionales y no de
los pueblos y representando un grave atentado contra una de las regiones más
diversas del planeta.
- Exigimos
que se respete el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y
según las capacidades respectivas, el principio precautelativo, el derecho a la
información, educación y la participación, los derechos de los pueblos
indígenas y poblaciones tradicionales, campesinos y campesinas, el derecho
humano al agua, los derechos de los trabajadores y trabajadoras, de los
migrantes, el derecho a la alimentación, a la vivienda, a la ciudad, el
derechos de la juventud y los derechos de las mujeres, el derecho a la salud
sexual y reproductiva y los derechos culturales.
- Exigimos el respeto a la diversidad de la vida en
todas sus formas, incluyendo las múltiples cosmovisiones de nuestros pueblos.
- Reconocemos
la importancia del conocimiento y la información (responsable, veraz) para la
toma de decisiones desde una gestión integral y colectiva de nuestras políticas
en materia ambiental y ratificamos la necesidad de mecanismos y voluntades que
faciliten el acceso a la información en igualdad de condiciones y con respeto a
los derechos de las culturas ancestrales, entre ellos el consentimiento libre
fundamentado previo de nuestros pueblos indígenas.
- Rechazamos
la intromisión en la soberanía de los pueblos a través de programas de
capacitación globales, como mecanismo de dominación, pérdida de soberanía,
desvinculación con la realidad, aplicación de metodologías inadecuadas.
- Rechazamos
la imposición de tecnologías que generen dependencia, vulneren los métodos
tradicionales y atenten contra la diversidad de vida, a través de los programas
basados en la creación y fortalecimiento de capacidades físicas.
- Exigimos
el fortalecimiento de las estrategias nacionales, regionales, locales y
comunales para la conservación de la vida, construidas de manera colectiva
desde el empoderamiento popular como mecanismo para la soberanía de nuestras
formas de vida y en contra del sistema capitalista escudado en la economía
verde.
- Reconocemos
y evidenciamos el importante papel desde la organización popular en
comunidades, colectivo, comunas, mesas técnicas de agua, empresas de propiedad
social, consejos de estudiantes, comités conservacionistas, encuentros de saberes y otras formas de organización para,
enfrentar las consecuencias de la implementación de la economía verde en
nuestros mercados y generar resistencia y alternativas.